Mossèn Antonio Pedró Minguella
Aquesta és la història d’un mossèn fill de Guimerà, la seva casa pairal era “Cal Bellering” i va ser assasinat el dia 19 d’agost de 1936 a la carretera d’Arbeca a Belianes, pel sol fet de ser capellà.
Text del llibre: “En Tarragona beatificación de 522 mártires” de Francesc Basco Gracia, pàgina de la 219 a la 222
Antonio Pedró Minguella, presbítero
Natural de Guimerà (Lleida), Bautizado el día 26 de marzo de 1874. Ordenado el día 19 de diciembre de 1896. Ejerció su ministerio sacerdotal en Sant Antoni de Valls, Albi, Vilanova de Prades, y como párroco de Arbeca. Martirizado el día 19 de agosto de 1936, en Belianes (prov. Lleida). Tenia 62 años de edad y llevaba 40 años de vida religiosa.
Hijo legítimo de los consortes Francisco Pedró, propietario, y Josefa Minguella, naturales y vecinos de esta villa. Nació el 22 de marzo de 1874 en la villa de Guimerà (Lleida); fue bautizado solemnemente el 26 del mismo mes y año en la pila bautismal de la iglesia parroquial de Santa María, de la misma población, por el vicario Lorenzo Gras. Le fueron impuestos los nombres de Antonio, Francisco, José. Fueron sus abuelos paternos Antonio y Antonia Roig; los maternos, José y Antonia Pedros. Actuaron como padrinos el abuelo paterno y María Porta de Pedró, natural de Torroja y vecina de Sants (Barcelona), a quienes el oficiante recordó el parentesco espiritual que habían contraído y la obligación que tenían de enseñar al bautizado la doctrina cristiana. Fue confirmado en la iglesia parroquial de Guimerà el día 16 de noviembre de 1876, por monseñor Constantino Bonet.
Cursó estudios en el colegio de los Padres Escolapios de Tárrega (Urgell, prov. de Lleida); terminó el bachillerato en 1889; ingreso en el seminario de Tarragona en septiembre del mismo año. Destaco por su piedad y aplicación en el estudio.
Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1896, según consta en la página 81 del Libro II de ordenaciones sacerdotales del arzobispado de Tarragona.
En 1924 tomó posesión como cura párroco de Arbeca (prov. de Lleida), archidiócesis de Tarragona, donde se distinguió por su celo en el ornato y la restauración del templo, en el que realizó obras de gran envergadura, ya que, por haber hecho movimiento las paredes, el templo amenazaba ruina; se había derrumbado el primer tramo de la bóveda, arrastrando consigo el coro y otras dependencias. Mostró un gran celo en la predicación y en el confesionario. Destacó en la práctica de las obras de caridad, en buscar asilo para los ancianos desamparados y en la enseñanza de la catequesis a niños y adultos. También ejerció su ministerio sacerdotal en las parroquias de Sant Antoni de Valls, Albi y Vilanova de Prades.
BUSCANDO REFUGIO. – Mosén Antonio Pedró tuvo que pasar por la dolorosa prueba de no encontrar quien le acogiese y le proporcionase refugio u hospitalidad en la casa familiar o en un lugar donde poder esconderse. Los vecinos más pobres del pueblo le acogieron en una casita muy reducida. Hacia el 25 de julio de 1936, en auge la persecución religiosa, se refugió en la casa de los sacristanes, Jaime Dalmau Romeu y su esposa, Antonia Tasies Sans, que vivían con sus dos hijos de corta edad, José María y Alberto, de 12 y 9 años, respectivamente. En esta casa se refugió, también, Engracia, hermana del sacerdote. Permaneció en este refugio hasta el 19 de agosto del mismo año. El rezo del breviario, el rosario y otras prácticas piadosas le ocupaban casi todo el día.
ANTE EL COMITÉ LOCAL. – Un empleado del comité local se presentó en casa de los sacristanes y comunicó a Antonia Tasies que se presentara inmediatamente ante el comité. Ella obedeció al instante, y el que hacía las veces de juez, le dijo: “Tú sabes donde está el cura párroco; nosotros también lo sabemos. Di al cura párroco que se presente en el ayuntamiento ante el comité; él ya sabe por qué”. La señora Antonia regresó a casa y transmitió a la hermana del sacerdote lo que le habían dicho, la cual lo hizo saber a su hermano. Mosén Pedró Minguella se presentó ante el comité solo, sin permitir que le acompañara nadie. Al poco rato regresaba a casa.
FUSILADO EN BELIANES. – Hacia las dos de la madrugada del día 19 de agosto de 1936, fue requerido de nuevo por un miliciano para que se presentara de nuevo ante el comité. Se despidió de todos diciendo “Si no ens veiem més, al cel ens veurem. Amb Déu siau”. En el ayuntamiento los del comité convinieron que, por cierta cantidad de dinero, le respetaría la vida. Una vez hubieron cobrado la cantidad convenida, le obligaron a subir a un camión que se dirigió a Belianes (Urgell, prov. de Lleida) y recorridos poco más de dos kilómetros, le asesinaron sólo por el hecho de ser sacerdote, y lo enterraron a unos ocho o diez metros de la carretera. La gente que transitaba por aquel paraje observó que salía un pie de una persona de la superficie de la tierra. Daba la impresión de que el cuerpo había sido enterrado a poca profundidad u que la tierra había sido escarbada por algún perro. Algunos comentaban, incluso, que pudo haber sido enterrado vivo.
En septiembre de 1937, el Ayuntamiento de Belianes lo hizo desenterrar depositando sus restos mortales en el cementerio de la población. El cadáver fue identificado por su elevada estatura, por sus botas y vestido y por el crucifijo que llevaba en el pecho. El 14 de septiembre de 1960, sus restos mortales fueron inhumados definitivamente en la iglesia parroquial de Arbeca, con motivo de la fiesta de la santa Cruz.
CERTIFICADO DE DEFUNCIÓN. – El cura ecónomo de la parroquia de San Jaime Apóstol de Belianes (Lleida), mosén Pablo Mercadé, certifica que el sacerdote Antonio Pedró Minguella, hijo de Francisco y Josefa, de 62 años de edad, natural de Guimerà, fue asesinado el 19 de agosto de 1936, dentro del término de la parroquia que regenta, durante la pasada persecución religiosa. Se inscribe en el registro a petición del Vicario general del arzobispado de Tarragona, el 22 de febrero de 1956.
TESTIGOS DE SU VIDA Y MARTIRIO. – Antonio Queralt Torrent, Jaime Dalmau Romeu, Antonia Tasies Sans, Rosa Abelló Moyá, Luis Quintana Argilés, Francisco Vidal Ximenes, G. Roset Rubinat, Lorenzo Rubio Guillaumet, José Maria Abelló Moyá, S. Sans Moyá, Domingo Cornud Francesch
FERVOROSO HOMENAJE. – El 14 de septiembre de 1960, la villa de Arbeca rindió un fervoroso homenaje al que fue su párroco estimado, asesinado el 19 de agosto de 1936. Había tomado posesión de la parroquia de Sant Jaume el Mayor de Arbeca el día 18 de noviembre de 1924. Se distinguió en todo momento por su celo pastoral. Fue asesinado en la carretera de Arbeca a Belianes, a dos kilómetros de esta última población y enterrado en un campo, justo a la misma carretera.
El día 13 de octubre de 1937, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Belianes, siendo depositados en una fosa sin ataúd, donde estuvieron hasta el indicado día 14, en que fueros trasladados solemnemente hasta la iglesia parroquial de Arbeca, cuyos destinos espirituales rigió por espacio de doce años.
Para efectuar el traslado, se personaron en el cementerio de Belianes mosén Ramón Quintana, juez del Sacro tribunal tarraconense de las Causas de Beatificación y el vice-presidente, Joaquin Donato, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, así como autoridades y personal competente de ambas poblaciones. Abierta la fosa e identificados los restos, fueron colocados en una arqueta de nogal y trasladados a la iglesia de Belianes. Por la tarde, salieron en procesión-entierro y trasladados a Arbeca donde fueron recibidos clamorosamente.
La villa presentaba sus balcones y ventanas engalanados con colgaduras blancas y crespones negros. Numerosos sacerdotes, cofradías, asociaciones religiosas de distintas parroquias recibieron con emoción los restos del venerable párroco. La arqueta con sus restos mortales fue llevada a hombros por cuatro sacerdotes, mientras el clero entonaba el responso “Miserere” recorriendo las calles de la villa en medio de un impresionante silencio. A continuación, se celebró un solemne funeral, que estuvo presidido por mosén Lluís Robinat, hijo de Arbeca y párroco de la iglesia de San Juan Bautista de Tarragona. Finalizada la ceremonia, los miembros del Sacro Tribunal lacraron y sellaron la arqueta que recibió sepultura en el crucero de la iglesia, frente a las gradas del presbiterio, cubierta por una lápida de mármol con la inscripción: “Hic jacet Servus Dei Rvdus. Antonius Pedro Minguella, rector humus paroeciae, qui pro Chisti nomine martyrium subiit Die 19.08.1936”
Església de Sant Jaume d’Arbeca
Francesc Xavier Busquets Pagès
Desconeixia aquesta historia.
Molt interessant.
Q.a.c.s.
Gracies, Sisco